lunes, enero 11, 2010

El Calendario Gregoriano

Es una reforma que el papa Gregorio XIII (1502-1585) ordenó hacer para compensar las desviaciones del calendario juliano y hacer coincidir el año civil con el año trópico. Cristóbal Clavio, basándose en los cálculos Luigi Lilio (el auténtico artífice de la reforma), presentó el nuevo calendario al papa. Los cálculos supusieron un día medio de 24 horas y un año medio de 365 días, 5 horas, 49 minutos y 20 segundos (26 segundos más que el año real). Para ello se alternarían años de 365 días, años de 366 días. El calendario gregoriano intercala un año bisiesto cada cuatro años, pero no cuenta como bisiestos los años seculares (los que terminan en doble cero: 1800, 1900, 2000), excepto cuando las dos primeras cifras son múltiplo de 4, como el 2000. Esta excepción se produce porque con los cálculos de Luigi Lilio se produce un error de un día 134 años, o lo que es lo mismo 3 días cada 402 años. Había, pues, que suprimir tres días cada 402 años. Como esta cifra está relativamente cerca de 400 se acordó que no fuesen bisiestos los años terminados en doble cero (100, 200 y 300) pero sí el 400 y sus múltiplos. De esta manera se produce un error de sólo un día cada 3323 años. No obstante, si se suprimiese un año bisiesto cada 128 años, el error acumulado sería menor a un día cada 100.000 años.
El calendario se adoptó en 1582 y cuenta los años desde el nacimiento de Cristo: la era Cristiana. Esta costumbre ya venía practicándose con el calendario juliano desde el siglo VI en Italia y desde el siglo VIII de manera generalizada. Fue Dionisio el Exiguo quien en el año 527, realizó los cálculos, determinando que el nacimiento de Cristo había tenido lugar el 25 de diciembre del 753 desde la fundación de Roma (ab urbe condita), pero se equivocó en cuatro años. Este cómputo se aceptó a pesar de haber sido reconocido como erróneo, en al menos cuatro años y en la fecha concreta. La era Cristiana fue defendida, para las dataciones, por el papa Bonifacio IV en el año 607, y se fue adoptando lentamente en todo el mundo cristiano. El impulso definitivo los recibió de Carlomagno, que lo empleó para sus dataciones oficiales. En España comenzó a usarse en el siglo VII, aunque para documentos oficiales no se utilizó hasta el siglo XIV.
Hasta que no se adoptó el calendario gregoriano, y la costumbre de comenzar el año el 1 de enero, que era la fecha sancionada por la bula papal, se usaron diferentes fechas, que conviene tener en cuenta a la hora de datar hechos.
La reforma gregoriana fue aceptada inmediatamente por los países católicos: España, Portugal e Italia. Francia lo adoptó en 1582, pero en diciembre (se pasó del 9 al 20 de diciembre); Dinamarca en 1582, los Países Bajos en 1583, los estados católicos de Alemania en 1584, los cantones suizos entre 1583 y 1590, Polonia en 1587, Hungría en 1590. Los estados protestantes no admitieron la reforma hasta 1700, la decisión se tomó en 23 de octubre de 1699, según la cual del 18 de febrero de 1700 se pasaba al 1 de marzo. Inglaterra no adoptó el calendario hasta 1752 (del 2 al 14 de septiembre, ya que se había acumulado un día más de retraso). Los últimos en adoptar, oficialmente, el calendario gregoriano han sido: Japón, 1873; China, 1912; Rusia, 1918 (hubo de quitar 13 días, del 1 al 13 de febrero); Rumanía y Yugoslavia, 1919; Grecia, 1924 y Turquía, 1927.

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