Emanuel era un niño de 4 años de edad, iba al jardín y su mamá estaba esperando un bebé. Eso era todo un evento, si no fuera porque el bebé era una nena y se llamaría Camila.
A Emanuel no le gustaba mucho la idea de tener una hermanita… ¿con quién iba a jugar a las carreras de autos? ¿Y a la pelota? En fin, a la mamá se le había ocurrido la brillante idea de tener una nena y eso lo tenía angustiado.
Cuando llegó el día, mamá se internó en el sanatorio y cuando volvió, junto a papá, traía a Camila en sus brazos, y era hermosa, suave y pequeñita.
Emanuel preguntó:
_ ¿Y mi regalo, mamá?
Mamá respondió:
_ Tenés que buscarlo bien, ¡Dios lo ha ocultado para que sólo vos lo encuentres!
Y como Emanuel se sentía grande ahora, porque era el hermano mayor, empezó su búsqueda solito.
Cada día removía cajones, abría armarios y placares, miraba debajo de la mesa y de la cama, con cuidado, se subía a una silla, y en puntas de pie, espiaba sobre la heladera. Hasta buscó dentro del pañal de su hermanita, ¡pero no encontraba nada!
Pasaron unos meses, Camila crecía, ensuciaba más pañales y se alimentaba del pecho de mamá y Emanuel se sentía algo desilusionado, pero no quería decirle nada a su mamá. Tanto ella como su papá le habían regalado un camión enorme con el cual jugaba siempre y le encantaba, ¿cómo iba a pedirle el regalo de Dios?
Pero cansado de buscar, decidió preguntar:
_ ¿Y mi regalo de Dios, mamá?... ¡no lo pude encontrar!... ¿Dios se olvidó de mi?
La mamá acarició los cabellos con ternura, miró sus ojitos brillantes y le dijo:
_ ¡Dios no se olvidó de tu regalo! ¿Ya buscaste cerca de Camila?
Emanuel se acercó a su hermanita que estaba en el coche, ¡no se le había ocurrido buscar cerca de ella! La miró fijo y Camila le regaló una enorme sonrisa sin dientes, llevó su manito hasta la mano de Emanuel, tomó su dedo con fuerza y balbuceó “Em…ma”.
Emanuel se sorprendió y gritó:
_ ¡Mamá, Camila dijo mi nombre!
_ Seguramente- dijo la mamá- Camila es un regalo para vos, ella es tu compañera de juegos, quien te admira y te imita, Y vos sos un regalo para ella, sos su hermano mayor de quien aprenderá cosas. Sos quien la cuidará y la protegerá.
Entonces, Emanuel comprendió que el misterioso regalo de Dios es tener a alguien a quien querer y que te quiera, y una hermanita puede ser ¡el mejor regalo!
Gracias, es un cuento sublime, de mucha ternura, lo siento en mi corazon, felicitaciones a la autora
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Se lo haré llegar a la autora.
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